viernes, 26 de agosto de 2011

El Minotauro en el 15M:.






Lucha torero contra el minotauro

en su laberinto multicolor,

Porque nada dice el destino 

ni los sueños que se repiten...

 

Pelea héroe griego, poeta

y en éxtasis descansa mi Ariadna.

Oh Primavera hermosa

poderoso astro de luz...

 

Tibia arena bajo mis pies,

Perséfone brilla renacida

llenando de colores los campos

y de calor mi corazón.

 

Nietzsche en Sol

Catalunya transmite hoy un doble mensaje en Madrid: contabilidad y policía, un fondo áspero y directo; hay crítica y menos burla | Parte de bajas: Zapatero, hecho trizas, Chacón, hundida, y Rubalcaba, con una herida en el costado; el PP, hacia la mayoría absoluta


El ministro catalán de la Policía, Felip Puig, ha conseguido que en la Puerta del Sol retumbe este fin de semana un un grito inédito y casi milagroso: "¡Solidaridad con Barcelona!". Tiene mérito. Tiene mucho mérito.

Gritos a favor de los jóvenes apaleados en Barcelona y un simpático cartel pegado en el pedestal de la Mariblanca, la diosa de origen desconocido –¿Diana?, ¿Venus?, ¿una alegoría de la Fe?– que los madrileños exhiben desde hace años en un rincón de Sol, embocando la calle Arenal, allí donde es más intenso el olor de los calamares fritos. Dice el pasquín: "Madrid con Cataluña". Y alguien ha añadido con bolígrafo: "Siempre". En el mismo pedestal, una breve columna de mármol blanco, otro cartel pide la refundación del PSOE. Al lado, un ramito de flores pegado con cinta adhesiva, como si fuese una ofrenda a la diosa castiza, y más arriba, un retrato del filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Es curioso ver a Nietzsche en varios rincones del campamento de Sol. Sobre uno de sus retratos, alguien ha escrito: "Hoy las estructuras caminan por las calles". Ni una sola efigie de Marx, ni de los líderes bolcheviques de 1917 ni del plastificado Che Guevara. El único icono clásico entre las jaimas y los iglús es el de Nietzsche, el filósofo poeta que lo ponía todo patas arriba. El hombre libre que hablaba con Zaratustra. El implacable crítico del resentimiento, cuyas ideas sobre la voluntad de poder los nazis secuestraron. Más allá del bien y del mal, detrás de la columna, una joven se despereza en el umbral de su tienda. Bostezos. Un lento toque de rímel. Son las doce del mediodía y por los altavoces piden limpieza y solidaridad con Barcelona.

El pedestal de la Mariblanca tiene un raro parecido con el Pasquino romano. En un rincón muy próximo a la plaza Navona, los romanos rinden culto desde hace siglos a un busto griego, acaso Ayax o Menelao en el gesto de recoger a un soldado herido, bautizado popularmente como Pasquino (pronúnciese pascuino). Es la más famosa de las estatuas parlantes de la ciudad imperial. Antes de que se inventase la imprenta, los romanos comenzaron a pegar versos satíricos y escritos de protesta en el lugar. Notas contra los papas, monarcas absolutos de Roma. "Lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini", escribió alguien cuando Urbano VIII –de la familia de los Barberini– hizo arrancar las decoraciones en bronce del panteón de Agripa para fundir el grácil baldaquino de la basílica de San Pedro, encargado al gran Bernini allá por 1630. Los papas no estaban para muchas bromas y más de un poeta popular romano pagó su atrevimiento en la horca. Aún hoy, en tiempos de Twitter, Facebook y de los wiki-análisis del profesor Manuel Castells, en aquel rincón de Navona se pueden leer notas muy finas y aceradas sobre el emperador Berlusconi. Por lo tanto, cada vez que vemos un pasquín hemos de recordar a Pasquino. Hubo un tiempo en que todo era más duro. Más doloroso que los porrazos de los Mossos d'Esquadra en la plaza Catalunya.

En Madrid ha causado cierta sensación la contundencia de la policía catalana. Desde los preceptivos 616 kilómetros de distancia, parece claro que Felip Puig ha querido enviar el mensaje de que un partido de orden gobierna Catalunya. En tiempos de la Generalitat republicana, el comisario de Orden Público Miquel Badia también quiso demostrar que los tenía muy bien puestos y acabaron apodándole Capità Collons. Eran aquellos unos años mucho más convulsos que los actuales y una tarde de abril de 1936 unos pistoleros –parece que de la FAI– dejaron hecho un colador el coche en el que los hermanos Badia (Miquel y Josep) bajaban por la calle Muntaner. Efectivamente, hubo tiempos mucho más violentos.

La percepción de los asuntos de Catalunya comienza a cambiar en Madrid, aunque no sabría decir exactamente en qué dirección. Se percibe una mayor articulación de la gobernación catalana, con un fondo de dureza: contabilidad y policía. Un fondo áspero, frío y directo. Hay menos burla. El centroderecha catalán impone más respeto que la izquierda tripartita. El diario El Mundo, paladín del anticatalanismo, calificaba ayer de torpe la actuación de los Mossos, acusando a la Generalitat de reavivar la protesta de Sol, que tiene de los nervios a Esperanza Aguirre. Hace cuatro días, el mismo periódico pedía el inmediato desalojo de Sol en plena campaña electoral. Con un poco más de perspicacia hubieran anotado que cada vez que la Generalitat pierde el control de la Telefónica, digo de la plaza Catalunya, un pájaro de mal agüero cruza el cielo de Barcelona.

Los del M-15 han hecho cuajar algo en Madrid. Algo que va más allá del tradicional motín madrileño y que puede tener impacto en toda Europa. El PSOE concluye una semana de locura tan interesante para los periodistas y los lectores de Stendhal, como desalentadora para sus desmovilizados votantes. Zapatero está hecho trizas y Rubalcaba sale del envite con una herida en el costado. Chacón, ayer derrumbada en el Comité Federal, le ha hecho daño. España vive un tiempo de extraño vértigo y sólo una conclusión es ahora posible: a fecha de hoy, el PP galopa hacia la mayoría absoluta.

Tomado de Lavanguardia.com:
Artículos | 29/05/2011 - 00:00h
Enric Juliana
Madrid

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